DOCUMENTO DEL MES
DOCUMENTO DEL MES DE OCTUBRE DE 2025
Examen de oposición para maestro de primeras letras
Plasencia, 15 de junio de 1770
Recién empezado el curso escolar, coincidiendo con el día 5 de octubre, declarado por la Unesco como día Mundial del docente, os traemos como documento del mes el acta de un “examen de oposición para maestro de primeras letras” celebrado en la ciudad de Plasencia en junio de 1770. Este documento forma parte de un expediente para el “Establecimiento de la segunda catedra de grammatica y provisión de la Maestría de primeras letras y un ayudante”.
Aunque el documento es sin duda muy curioso, su interés reside fundamentalmente en el contexto histórico y el motivo por el cual surgió el expediente.
En 1767 se expulsa a los jesuitas de España. Hasta entonces, en gran parte del país —y en Plasencia en concreto— la Compañía de Jesús tenía bajo su cargo la enseñanza y el mantenimiento de los colegios.
La Compañía de Jesús llegó a Plasencia en el año 1554, gracias al obispo Gutierre de Vargas Carvajal, el cual actuaría de mecenas para el Colegio de la Compañía de Jesús que se fundó y funcionó desde 1555. En él se impartían estudios de enseñanza de primeras letras, gramática latina, filosofía y teología.
Tras la expulsión de los jesuitas por orden de Carlos III, en aquellos lugares donde estos habían tenido bienes, se crearon por parte de los municipios las Juntas de Temporalidades, organismo encargado de la administración y venta de las propiedades y bienes de la Compañía. Una parte de los fondos se destinó a sostener y crear las escuelas elementales, que se habían quedado sin maestros, lo que explica que se hable en el documento de la fundación de una “escuela” con cargo a dichas temporalidades, en sustitución del colegio que había dejado de funcionar tras la marcha de los jesuitas.
Por primera vez, el ayuntamiento asumía de forma directa el gobierno de las escuelas instaurando una enseñanza a cargo de la administración civil en la ciudad placentina.
En este contexto se forma este expediente y este documento, que comienza precisamente haciendo referencia a esta situación:
“En virtud de las reales órdenes comunicadas al Sr. Corregidor, y Señores Comisionados, para la Junta establecida en esta Ciudad de Temporalidades ocupadas a los Regulares que fueron en ella, con nombre de la Compañía de Jesús, se sirvieron dichos Señores nombrarnos por Examinadores en las materias concernientes al ministerio de Maestro de primeras Letras, con motivo de establecer en esta Ciudad una Escuelita para este fin, con dotación del fondo de estas Temporalidades.”
El documento detalla los resultados que obtuvieron, Juan Santos Villanueva y Diego Paniagua, los dos aspirantes a la plaza, en las materias consideradas esenciales para la enseñanza primaria en la época:
- Doctrina cristiana, “conforme al Cathecismo de la Doctrina Christiana” como base moral y religiosa indispensable.
- Leer, tanto en letra impresa como en manuscrita (“tirada corriente” y “antigua”).
- Escribir, valorando la ortografía y la forma de la letra (“letra gruesa, mediana y común”).
- Contar, limitada a las “cinco reglas ordinarias de la Arithmetica” (sumar, restar, multiplicar y dividir o partir, y proporción o regla de tres).
El resultado fue desigual: Juan Santos Villanueva mostró insuficiencias en doctrina cristina, lectura de letra antigua y sobre todo en aritmética, por lo que fue reprobado:
“y reconociendo torpeza y falta de practica aritmética, manifestándose negado para la enseñanza y no aver aprendido, le reprobamos en esta parte”
Diego Paniagua, en cambio, se desempeñó con mayor suficiencia, especialmente en doctrina cristiana y aritmética, siendo aprobado para el oficio de maestro.
“y aviendo observado su método, y reconocido ser suficiente para enseñar á los Niños con el necesario, para que bien aprendan, le tenemos por la aprovación”
Los maestros de primeras letras de la época solían ser examinados por autoridades locales (corregidores, juntas municipales o eclesiásticas), y debían demostrar únicamente habilidades básicas: saber leer, escribir, contar y transmitir la doctrina cristiana.
Las escuelas de primeras letras eran concebidas no tanto para fomentar un saber amplio, sino para proporcionar a los niños, exclusivamente varones, de las herramientas básicas de lectura, escritura, cálculo y doctrina cristina. La formación moral y religiosa seguía siendo prioritaria, como se refleja en el hecho de que la doctrina cristiana encabece el examen y que un mal desempeño en ella fuera suficiente para suspender a un candidato.
En Plasencia, por lo tanto, tras la expulsión de los jesuitas y tras la realización de este examen, sólo existiría una escuela de primeras letras, dependiente del municipio, destinada únicamente a niños, atendida por un maestro y sostenida con los fondos obtenidos de los bienes expropiados a la Compañía de Jesús. Es de destacar que a los niños declarados pobres se les enseñaba sin cobrarles.
En el siguiente documento del expediente se produce el nombramiento del elegido “Junta en que se reconoció la censura de los examinadores y probeio la Escuela de Primeras Letras en Diego Garcia Paniagua”. En el documento se especifica lo que cobraría el maestro: “con el salario annual de Ciento y ochenta Ducados”[…] “y la declaración de los Pobres a quienes a de enseñar sin llevar honorario alguno”.
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